La agricultura se distingue del crecimiento de los vegetales en la naturaleza en el uso, por parte del hombre, de un conjunto de técnicas y conocimientos que se aplican sobre el suelo y los cultivos para, por un lado, propiciar el crecimiento y la producción de las plantas y, por otro, acomodarlo a una dimensión humana. El tratamiento del suelo, la disposición de las plantas, el apoyo al crecimiento, el riego y las rotaciones de cultivos se encuentran entre el conjunto de acciones humanas que nos convierte en hortelanos.
En suelo convencional, antes de cualquier otra operación, debemos realizar un laboreo, que consiste en mover y voltear la tierra para conseguir una estructura óptima para la siembra o el trasplante. Con azadas o ayudados de maquinaria como una fresadora o rotovator tenemos que trabajar el suelo hasta conseguir una superficie mullida y apta para el cultivo. También es importante el aporte de un abonado de fondo en el momento de realizar esta operación. En cultivo fuera suelo y en el caso de no usar un substrato por primera vez, también es conveniente mover la tierra de las macetas o mesas de cultivo antes de una nueva plantación.
La mayor parte de cultivos hortícolas se reproducen por semilla. La siembra es el proceso de plantar semillas para que germinen y se desarrollen como plantas. Es un proceso delicado y por eso es un trabajo que suele hacer un especialista. Esta es la labor principal de cultivo que se lleva a cabo en Plantelia. En Plantelia plantamos las semillas en un substrato a base de turba y las hacemos germinar en una cámara con temperatura y humedad específicas para cada especie. Una vez germinadas, las plántulas se hacen crecer en los invernaderos hasta su estado óptimo para la venta. El plantel de Plantelia es la planta mejor preparada posible para el trasplante, con una parte aérea desarrollada al máximo y una maceta grande con un volumen de raíces (cepellón) excepcional que dará a la planta un potencial de desarrollo superior a cualquier otra.

Previo al trasplante debemos decidir el marco de plantación, el sistema de riego y si vamos a acolchar el suelo. En su caso se deberán realizar las operaciones pertinentes como colocación de mangueras de goteo y plásticos o mallas antihierba. El marco de plantación en un huerto de suelo convencional es algo que debemos dibujar previamente a las operaciones de trasplante. En general, debemos tener en cuenta cómo serán de grandes las plantas en su estado adulto para considerar un marco apropiado de distancia entre ellas, y, además, tenemos que pensar en dejar pasillos por los que podamos transitar con comodidad para realizar las labores de cultivo y la recolección. Además, debemos garantizar a las plantas la iluminación y la aireación óptimas. Por ejemplo, en una orientación hacia el sur es importante no colocar primero plantas altas entutoradas como tomates o judías que proyecten sombra a las que queden por detrás y sean más bajitas como las berenjenas. Para establecer un marco de plantación entre plantas usaremos la lógica. Si vamos a plantar lechugas, tendremos en cuenta cómo serán de grandes cuando las cojamos para consumir. Así pues, las plantaremos a esa distancia más un poquito más. Otros cultivos que se deben entutorar, como por ejemplo los tomates, tienen un marco de plantación sujeto a la forma en la que vamos a colocar los tutores. Así, las plantas de tipo rastrero, como por ejemplo los melones, requerirán de una superficie amplia para que puedan desarrollarse. Finalmente, hay cultivos en los que la distribución de las plantas se realizará en una superficie determinada de terreno formando un cuadro de cultivo donde las plantas se distribuirán al azar pero a una densidad de plantación estable y suficiente para su desarrollo, como por ejemplo espinacas o zanahorias. En las fichas de cultivo se dan marcos recomendados a cada planta, pero debemos plantearnos el dibujo general en su conjunto previamente. Una vez preparado el terreno y establecido el marco de plantación, retiraremos la maceta de plástico que recubre las raíces del plantel Plantelia y tras hacer un pequeño agujero donde quepa el cepellón de raíces, lo introduciremos, lo cubriremos de tierra por los costados y posteriormente lo regaremos en abundancia.
En la mayor parte de los huertos va a ser necesario regar para que las plantas se desarrollen de forma óptima. En una situación ideal, llovería cada vez que las plantas necesitasen un aporte de agua, pero como es bien sabido, nunca llueve a gusto de todos; por tanto, preparémonos para saber regar nuestras plantas. Lo que necesitamos saber acerca del riego se engloba en tres preguntas básicas: ¿Cómo regar?, ¿Cuándo regar? y ¿Cuánto regar?
El riego por aspersión consiste en suministrar agua a las plantas en forma de lluvia. Se consigue haciendo pasar agua a presión a través de aparatos denominados aspersores o difusores de agua que tienen un radio de acción establecido. O de forma más sencilla con una regadera. En general son sencillos de instalar y, si se distribuyen bien los aspersores, el riego resulta muy uniforme. Como inconveniente cabe destacar que en huertos con plantaciones entutoradas no resultan nada prácticos, ya que los propios cultivos hacen de pantalla a la distribución del agua. Además, en caso de riegos frecuentes se propicia la aparición de enfermedades producidas por hongos debido a la constante humedad en las hojas. También cabe la posibilidad de tener problemas de distribución y pérdidas de agua por deriva a causa del viento. Son sistemas útiles en ciertos tipos de huertos donde la forma de cultivo se ve favorecida por este sistema de riego, como las espinacas o las zanahorias en cuadros de cultivo. 
De diversos tipos y caudales, permiten regar gota a gota (entre 4 y 16 l/h). Normalmente, los goteros se pinchan en la manguera que distribuye el agua al gusto del horticultor, por lo que resultan prácticos en riegos de plantaciones con marcos de plantación generosos donde no haya que regar una línea constante y sí una zona localizada, por ejemplo en árboles frutales. Los goteros de más calidad contienen una lámina plástica que compensa las sobrepresiones, permitiendo que el primer y último gotero de una alineación (goteros autocompensantes) rieguen con el mismo caudal de agua.
Son mangueras con goteros incorporados que permiten el riego de forma lineal y constante a lo largo de su distribución. Su instalación es sencilla y al estar los goteros incorporados (no externos) permite recoger dichas mangueras con facilidad cuando se ha acabado el cultivo para reutilizarlas posteriormente. Si los goteros están suficientemente juntos (entre 15 y 30 cm) permite hacer una línea de riego cuando se utiliza el tiempo suficiente. El efecto es que el bulbo de riego de un goteo se solapa con el siguiente, consiguiendo así un riego lineal uniforme. De esta manera, no pasa nada si, en el momento del trasplante, la planta no coincide con el gotero. Es más, así podremos con un mismo tipo de manguera establecer diferentes marcos de plantación.
Se trata de una manguera porosa que va repartiendo el agua a lo largo de su trayectoria. Es útil para tiradas cortas, ya que al tratarse de microorificios riega menos a medida que la manguera pierde presión en su recorrido. También hay que vigilar en zonas con aguas duras pues los orificios se obturan fácilmente por las precipitaciones calcáreas.

En un huerto ecológico sólo está permitido hacer uso de fertilizantes orgánicos. Lo habitual es hacer un abonado previo a la plantación cuando se hace el laboreo y preparación del terreno en lo que se denomina el abonado de fondo. Este abonado de fondo se hace con estiércol. Lo ideal es hacer uso de un estiércol envasado y tratado para eliminar las semillas de malas hierbas. De esta manera, evitaremos problemas de posibles fermentaciones en el suelo y sobre todo de invertir tiempo en eliminar malas hierbas. Las recomendaciones de abonado varían según la composición del estiércol. Plantelia comercializa el producto Agrimartín Fe biológico que recomienda abonados de 25 a 50 kg por 100 metros cuadrados. En cuanto al substrato de cultivo ecológico hidropónico, se pueden incorporar de 2 a 3 kg por metro cúbico de volumen de substrato (un metro cúbico son mil litros).
En un huerto lo habitual es hacer un abonado previo a la plantación cuando se hace el laboreo y preparación del terreno en lo que se denomina el abonado de fondo. Este abonado de fondo se hace puede hacer con estiércol o con abonos minerales. Posteriormente y durante el cultivo se pueden ir haciendo aportes de abonos minerales. Si se utiliza estiércol, lo ideal es hacer uso de un estiércol envasado y tratado para eliminar las semillas de malas hierbas. De esta manera, evitaremos posibles fermentaciones en el suelo y, sobre todo, tener que invertir tiempo en eliminar malas hierbas. Las recomendaciones de abonado varían según la composición del estiércol. Plantelia comercializa el producto Agrimartín Fe biológico que recomienda abonados de 25 a 50 kg por 100 metros cuadrados. También disponemos de abonos orgánicos a base de humus de lombriz en envases más pequeños. Para renovar el substrato en cultivo hidropónico se pueden incorporar de 2 a 3 kg por metro cúbico de volumen de substrato (un metro cúbico son mil litros). En caso de que se inicie un cultivo con substrato nuevo es de suponer que ya viene abonado, pero de forma suave, por lo que no va mal incorporar un poco más. Es recomendable no utilizar estiércoles de reacción básica como la gallinaza en suelos con tendencia a tener problemas de clorosis férrica. En el caso de utilizar abonos minerales, lo más práctico es hacer uso de los denominados abonos complejos con porcentajes variables de nitrógeno, fósforo y potasio en lo que se conoce como equilibrio NPK. Estos fertilizantes tienen un equilibrio entre ellos y la predominancia de uno sobre los otros nos indica para qué nos pueden resultar útiles. Si el porcentaje de nitrógeno es mayor (20-10-10), será un abono útil para hacer crecer esos cultivos interesantes por sus tallos y hojas como las lechugas o las espinacas. Si el porcentaje está equilibrado (15-15-15), utilizaremos el abono en aquellos cultivos interesantes por sus raíces o tubérculos como zanahorias o patatas, o en los cultivos de invierno como coliflores, aunque también es válido para los cultivos aprovechables por sus hojas. En porcentajes desplazados hacia el potasio (12-10-20), utilizaremos el abono para aquellos cultivos interesantes por sus frutos, como los tomates o los melones. Las recomendaciones de abonado son variables y dependen de las exigencias de los cultivos. Recomendamos aportaciones pequeñas y fraccionadas durante todo el periodo de cultivo del orden de 1 kg por 100 m2. El doble en el caso de abonados de fondo. En el caso de hacer servir abonos solubles para fertirrigación se deberán usar las recomendaciones anteriores en función del tipo de cultivo y disolver los abonos en una solución de unos 100 g por mil litros de agua de un abono de equilibrio por ejemplo 20-20-20.
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